27 de julio de 2005

Pubertad, divino tesoro

Anoche estaba viendo "Mujeres desesperadas" (Desperate housewives) y al cerrar el capítulo, la voz en off de Marie Alice hablaba sobre la madurez y la definía como "hacer lo que se debe en lugar de lo que se quiere" y que eso trazaba la diferencia entre un adulto y un niño o joven.

Aparentemente parece una gran frase pero analizándola mínimamente se descubre contradictoria y vaga porque, ¿quién marca lo que se debe hacer? ¿Lo que está mal de lo que está bien? ¿Siempre tenemos que sacrificarnos y nunca hacer lo que queremos o deseamos a menos que coincida con lo que se debe hacer?

En la misma serie, justo antes de la frase "moralista" hay un guiño a las preguntas que planteo en el párrafo anterior. Los padres del joven enamorado de Gabrielle Solís la esperan a la puerta de su casa para reclamarle el anillo que este le ha ofrecido a Gabrielle para pedirle matrimonio y "sugerirle" que nada de casarse con su hijo adolescente y frágil. La madre está visiblemente alterada y es abiertamente hostil con Gabrielle mientras el padre se muestra más tranquilo y sonriente. El padre le pide a la madre que se vaya al coche que él se hace cargo de la situación. Gabrielle le pregunta que cómo es posible que se muestre tan sonriente y tranquilo cuando la mujer está hecha una fiera, que no lo comprende, que ella misma estaría muy enfadada de encontrarse en la situación de ellos. Por un momento pensé que el padre estaba influido por el encanto físico de Gabrielle y siente el típico orgullo machista por su hijo, capaz de acostarse con semejante hembra. Cuando el padre responde, la respuesta es de orgullo y cierta envidia, pues explica que él siempre ha hecho lo correcto (buenas notas en el cole, universidad, matrimonio perfecto, perfecto trabajador) y siente que le gustaría haber hecho en la vida, al menos una vez, lo que deseaba, tal como habían hecho su hijo y Gabrielle.

No me siento gurú de nadie ni nada, pero pienso que una gran parte de la insatisfacción de la sociedad actual es que nos enseñan a hacer lo que debemos en lugar de lo que queremos y lo que debemos hacer, muchas veces, es algo vago o, en el peor de los casos, es un deber de conveniencia para alguien (el estado, la religión, la empresa, ...)

Tampoco se trata de hacer lo que nos salga de las gónadas, pues lo sabio es buscar el punto de equilibrio y en este caso, el truco está en realizar nuestros deseos sin pisar los deseos de los demás. O dicho de otro modo, si a la libertad, no al libertinaje y el abuso.

Creo que jamás seré un adulto, no quiero serlo, me niego. Vayan poniéndome el pijama de Peter Pan o retírenme su confianza. Necesito realizar mis deseos. Hoy no como polla (si, jefe, lo que usted diga).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno yo soy de la opinion de que la verdadera libertad se consigue cuando uno hace lo que debe hacer, lo que ocurre es que en mi caso lo que debo hacer lo marco yo misma ¿y como funciona esto? pues miro dentro de mi misma e intento separar lo que yo realmente creo o deseo de los prejuicios sociales y educacionales e intento ser lo mas fiel a mi misma posible, no es que me funcione al 100% pero asi llegué a el sexo en grupo, a ser más sincera conmigo misma y con mis deseos y ha hacer buenos amigos.

Anónimo dijo...

Vaya, ¿quién será?, me gusta tu comentario.

Yo creo que hay dos cosas importantes: lo que quieres hacer y las consecuencias del acto en sí.

Para mí ser adulto no incluye necesariamente no cagarla. Los adultos la cagan, pero saben antes de hacerlo que va a ser chungo el resultado. Y asumen las putas consecuencias.

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo Dakini, todo se resume en asumir las consecuencias... y no mirar a quién. :-)