15 de diciembre de 2010

Entra al vacío

No termino de encontrar el punto adecuado para escribir el blog, a veces porque tengo otras cosas que hacer, a veces porque ninguna idea me parece buena, a veces porque me autocensuro y no me apetece escribir aquí de ciertos temas que me dan vueltas por la cabeza.

Podría decir que estoy en un vacío creativo, que me enfrento a la ventana en blanco con un cursor que me guiña todo el tiempo, esperando que le envíe letras que se conviertan en palabras que expongan una idea, una vivencia, un deseo o, simplemente, transmitan algo.

Como es un recurso socorrido, voy a hablar de una película que lleva un mes dándome vueltas dentro de la cabeza cuyo título es Enter the void. Intentaré comentar de la forma más genérica posible para evitar destriparle la historia a nadie.

La película es pesada, lenta y previsible (pues vaya mierda de peli nos vas a comentar, pensaréis). Un metraje de 161 minutos pone a prueba la capacidad de resistencia de los glúteos más entrenados. Para mi gusto, le sobra una hora de planos psicodélicos y explicaciones que se adivinan y podían haber quedado elegantemente esbozadas.

Y a pesar de todo, sigue dando vueltas en mi cabeza y quiero volver a verla, ¿qué tiene esta peli?

Casi toda la película está rodada de forma subjetiva, desde los ojos del protagonista. Como estamos acostumbrado a jugar a FPS, tampoco representa una increible novedad (por no hablar que es un recurso que ya ha sido utilizado). En algunos momentos es divertido, en otros geniales, en otros poco creible y en algunos, un auténtico coñazo.

Las imágenes oníricas-psicotrópicas son muy efectivas, pero duran demasiado y cansan, como el minuto de pantalla parpadeante en blanco y negro (muy 2001 de Kubrick). Aun así, dan ganas de comprarse las drogas que salen.

Me gustó mucho el plano de la gente follando por toda la ciudad, es muy mágico, aunque no es coherente con lo que representa y se explica al principio de la peli (lo siento, necesito que si en una historia se dice que los dragones escupen fuego cuando comen pedernal, odio que haya una escena que rompa esa regla).

La música acompaña bien a las imágenes a pesar del sesgo house-trance que impera.

¿Por qué me gusta la peli? No lo sé bien, igual es porque está ambientada en Japón o por las luces de neón o por algunos chistes divertidos o porque encierra muchos mensajes a diferentes niveles.

En fin, si no saben que hacer con dos horas y media de su vida... Entren al vacío.