18 de noviembre de 2005

Hidrofilia

Para mis 10 lectores que me leen 100 veces, un pedacito de mi memoria:

Algo que no hago hace tiempo y que el clima actual (lluvioso) me trae a la memoria es pasear bajo la lluvia por un espigón internándose en el mar.

Por un lado, la sensación de estar adentrándote en el mar, solo unido a la tierra por una fila de grandes rocas con un poco de cemento como nexo de unión.

Por otro, el mar con olas que van de ligeramente cabreado a enfurecido, amenazando con tragarse esa tierra que se atreve a profanarlo en sus dominios.

El agua por todos lados, viniendo del cielo, casi es la sensación de bucear. Agua fria, a veces suave, otras como pequeños aguijones o grandes gotas que se estrellan y salpican más gotas en otras direcciones.

Y lo mejor de todo, la mezcla de olores: tierra húmeda, mar, sal, yodo, pescado, lluvia, si hay suerte, rayos que dejan rastros de ozono.

¿Y quién olvida los sonidos? Plic, plic, plic, plic, ploc, ploc, el rugido de la ola al estrellarse contra las rocas, el trueno, envidioso, agitando el aire.

En ese momento, casi puedo creer que dios existe, que realmente es DIOS, pero enseguida me doy cuenta que no es necesario, que no es así, que no es cierto. La naturaleza no necesita ningún dios. Es solo que yo me siento pequeño, chiquito, un grano en la maquinaria de la Tierra y necesito un padre o una madre que me ampare y proteja, pero no es real, soy autónomo, no necesito dioses, necesito personas a mi lado, que a ratos compartan mi soledad, físicamente lejos pero sintiéndolos junto a mi, y a ratos me rodean en aislamiento total . Me alegra estar vivo, me apena saber que moriré y mi pensamiento consciente conmigo, pero estoy contento de seguir formando parte de la Tierra, como el abono de un árbol, el agua que cae sobre mi o el mar que lucha para recuperar su dominio.

A veces siento que me falta tiempo para hacer y sentir todo lo que me gustaría, pero luego reflexiono y me doy cuenta que no podré llegar a todo aunque viviera 1.000 años. Al menos me puedo imaginar muchas cosas, al menos, os puedo contar algunas y leer vuestras vivencias y pensamientos, envidiaros por no haber estado en vuestra piel en ese momento, pero al menos me asomo a este rectángulo de vuestro mundo que me ofrecéis. A cambio, yo os regalo un pedacito de mi mundo: adoro pasear por un espigón que se interna en el mar en medio de la lluvia. Cuando tenía menos de 18 años, lo hacía a menudo. En otros 18 años no lo he vuelto a hacer.

Parece que comienza a llover... ¿vienes a pasear conmigo?

4 comentarios:

pedro finch_ dijo...

Ayy.. estimado qïp...
Como me has recordado a mi mismo.
Eso que cuentas lo he hecho yo, eso que pensaste lo he pensado yo, eso que sentías lo he sentido yo.
Incluso casi lo que has escrito lo he escrito alguna vez.

Me gusta esa sensación, el sentirte pequeño en medio de algo tan inmenso. Otro costumbre era irme a pasear por Gibralfaro, salirme del camino y perderme entre los árboles... Lo más cercano que tenía a un bosque

Si tengo algún concepto de Dios está por ahí precisamente, ese Dios-Naturaleza en el que uno puede perderse y darse cuenta de que no es tan importante como uno piensa. Eso me hace sentir bien: saber que pertenezco a ese Todo y que todo lo demás no importa tanto. Que todos mis comimientos de coco no son para tanto.

Bueno, buen paseo y buenos recuerdos me has traido...
Hasta el proximo!

Mingorance dijo...

Muy buena tu síntesis existencial. Este púlpito virtual con foro para 10 personas te queda pequeño. Díselo a todos para que lo aprendan, lo asuman y lo disfruten

qïp dijo...

Mingorance (tentado de llamarte Mingorote):

¿A qué esperas para llevar la palabra a todas tus amistades y familiares?

Siempre guardaremos una polla para ti en este tu pequeño púlpito (en buena onda, ¿eh?).

Unknown dijo...

Supongo que la compañía que esperas es otra, pero si es pasear a mi también me gusta pasear, con lluvia pues si es poquita, si no... acabo con pulmonía.